La Fiesta de la Albahaca, una de las más icónicas festividades taurinas de Huesca, se vio alterada el último domingo por un incidente imprevisto que provocó polémica y un encendido debate entre el público. Al concluir su actuación y tras cortar una oreja al sexto toro, el torero Manuel Escribano fue sorprendido al recibir una bandera de España desde la audiencia. En esta, se podía leer la frase “Sánchez a prisión”.
Escribano, en un gesto que rápidamente se viralizó en redes sociales y medios de comunicación, ondeó la bandera mientras daba la vuelta al ruedo. Este acto provocó una ola de críticas y cuestionamientos sobre la conveniencia de introducir mensajes políticos en eventos culturales y deportivos que tradicionalmente se han mantenido al margen de la confrontación ideológica.
Poco después, el torero emitió una declaración para explicar lo sucedido. Rechazó tener conocimiento sobre el contenido del mensaje escrito en la bandera y afirmó que su única intención era expresar gratitud hacia los fanáticos y las peñas taurinas asistentes. Enfatizó que en ningún momento leyó el texto ni intentó transmitir un mensaje político o ideológico durante el evento.
El evento no es un caso único, sino que se desarrolla en un entorno social y político agitado en la ciudad de Huesca, particularmente durante las festividades de San Lorenzo. En el inicio de estas celebraciones se escucharon también abucheos y lemas contra el líder del Gobierno, Pedro Sánchez, generando división entre los presentes. Este escenario intensificó el impacto del acto de Escribano y encendió el debate sobre el papel de la política en lugares que, por costumbre, se consideran como espacios de unión y recreo para la ciudadanía.
La alcaldesa de Huesca, Lorena Orduna, defendió a uno de los consejeros regionales que intervinieron durante el pregón de la festividad, donde se detuvo momentáneamente la lectura ante los cánticos contra Sánchez, y criticó a la oposición por intentar politizar lo ocurrido. Este intercambio refleja el clima de polarización que atraviesa no solo la ciudad sino el país entero.
Desde el mundo de la tauromaquia, las respuestas han sido diversas. Algunos colegas del torero expresaron apoyo hacia Escribano, valorando su amplia experiencia y profesionalismo y estuvieron de acuerdo en que su comportamiento resultó de la sorpresa y rapidez del instante, sin ninguna intencionalidad premeditada. Otros, por su parte, mencionaron que, más allá de las intenciones, la exhibición pública de una bandera con un mensaje tan claro pone de manifiesto las crecientes tensiones políticas y sociales que incluso afectan las costumbres culturales.
Este episodio ha reabierto el debate sobre la conveniencia de mezclar manifestaciones políticas con eventos festivos y culturales, y sobre hasta qué punto es aceptable la expresión pública de opiniones controvertidas en espacios que históricamente han sido considerados neutrales. Para muchos, la situación refleja una España cada vez más fragmentada, donde la polarización ha permeado todos los ámbitos de la vida cotidiana, incluso aquellos destinados a la recreación y la cultura popular.
En definitiva, el gesto del torero Manuel Escribano en la Feria de la Albahaca de Huesca ha trascendido el mundo de la tauromaquia y se ha convertido en un símbolo de las tensiones actuales. Aunque el propio Escribano haya negado cualquier motivación política, el impacto del acto pone en evidencia la sensibilidad que existe en torno a la política y la expresión pública, así como la dificultad para mantener espacios culturales al margen de la confrontación ideológica en el contexto social actual.
Este caso invita a reflexionar sobre el papel de los eventos culturales y festivos como espacios de encuentro y cómo estos pueden convivir con la pluralidad de voces y opiniones sin perder su esencia.