La eventual retirada de Estados Unidos del T-MEC ha intensificado la discusión sobre cómo los aranceles podrían modificar los costos de vida, el comercio regional y la estabilidad de las cadenas de suministro en América del Norte.
A lo largo del último año, los efectos de los aranceles implementados por la administración del presidente Donald Trump han sido menos intensos de lo que muchos especialistas anticipaban. Si bien la inflación ha mostrado variaciones al alza, estas no han alcanzado los niveles que se proyectaban cuando se anunciaron los llamados aranceles del “Día de la Liberación”. Una explicación clave detrás de esta contención es que la mayoría de los bienes procedentes de México y Canadá —los dos principales socios comerciales de Estados Unidos— han podido ingresar sin cargas arancelarias adicionales siempre que cumplieran con los requisitos del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC).
La función del T-MEC en la estabilidad de los precios durante la administración actual
Desde vehículos hasta productos esenciales para el hogar, una amplia gama de importaciones norteamericanas ha mantenido su acceso preferencial al mercado estadounidense gracias a las cláusulas del T-MEC. Este marco, que sustituyó al histórico Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), fue diseñado precisamente para preservar la integración económica de la región y asegurar un flujo comercial fluido entre los tres países.
En la práctica, esto ha implicado que bienes tan diversos como automóviles, maquinaria industrial, partes de automóviles, dispositivos electrónicos simples, papel y otros productos de uso diario hayan seguido entrando al país sin aranceles adicionales. En un contexto global caracterizado por aumentos en los costos logísticos, interrupciones en las cadenas de suministro y tensiones comerciales con otras potencias, este beneficio ha sido crucial para que los consumidores estadounidenses no enfrenten incrementos drásticos en los precios.
No obstante, la situación podría cambiar de forma radical. Con la revisión del tratado programada para julio y tras declaraciones recientes del presidente Trump, la posible terminación del acuerdo ha pasado de ser un escenario improbable a convertirse en una posibilidad real. Trump ha insinuado públicamente que Estados Unidos podría permitir que el T-MEC expire o renegociarlo desde cero, generando incertidumbre tanto en mercados como en socios comerciales.
La Casa Blanca, por su lado, ha procurado moderar las conjeturas señalando que no hará comentarios sobre acuerdos hipotéticos que aún no se han negociado. No obstante, el mero debate ha generado inquietud entre economistas, cámaras empresariales y especialistas en comercio internacional, quienes alertan sobre el impacto inmediato que supondría el término de las exenciones arancelarias para México y Canadá.
De qué manera han evolucionado los patrones comerciales tras la aplicación de los nuevos aranceles
Antes de que comenzara el segundo mandato de Trump, México y Canadá tenían la posibilidad de exportar a Estados Unidos sin enfrentar aranceles significativos, incluso cuando algunos productos no cumplían con los requisitos del T-MEC. Con la implementación de la nueva política arancelaria, esto se modificó: los bienes mexicanos que no cumplen enfrentan ahora tarifas del 25 %, mientras que los productos canadienses no conformes están sujetos a aranceles del 35 %.
Estos porcentajes han influido directamente en cómo se comportan las empresas exportadoras de la región. De acuerdo con información del Departamento de Comercio estadounidense, el cumplimiento de los requisitos del T-MEC ha crecido significativamente en 2025. Mientras que el año anterior solo el 38 % de las importaciones canadienses y el 49 % de las mexicanas cumplían con el acuerdo, recientemente esos porcentajes han ascendido hasta el 86 % y 87 % respectivamente.
Este incremento no solo demuestra el esfuerzo de las empresas para evitar aranceles, sino que también refuerza cómo el T-MEC actúa como una especie de escudo comercial que mantiene relativamente estables los precios de bienes fundamentales.
Organizaciones especializadas en análisis fiscal han señalado que miles de millones de dólares en importaciones han quedado protegidos gracias al cumplimiento del acuerdo, lo cual ha evitado incrementos bruscos en categorías clave como electrónica de consumo, piezas de automóviles y maquinaria. Sin esa protección, advierten, la presión inflacionaria sería mucho mayor y los hogares estadounidenses enfrentarían un aumento significativo en los gastos cotidianos.
Pero las repercusiones van más allá del consumidor final. Las industrias productoras estadounidenses dependen profundamente de insumos provenientes de México y Canadá, los cuales suelen cruzar la frontera varias veces durante el proceso de fabricación. El fin del acuerdo provocaría un encarecimiento de la producción nacional, al elevar los costos de componentes y alargar los tiempos de entrega.
Especialistas del sector manufacturero han afirmado que la posible disolución del T-MEC representaría un golpe directo a la competitividad regional, afectando no solo a los consumidores sino también a las empresas estadounidenses que requieren cadenas de suministro predecibles, eficientes y sin costos inesperados.
Las consecuencias de la terminación del acuerdo para las industrias más expuestas
Los sectores automotriz y electrónico se cuentan entre los más expuestos a la incertidumbre actual. Estados Unidos depende en gran medida de componentes fabricados en México y Canadá para ensamblar automóviles, electrodomésticos, equipos médicos, computadoras personales y una variedad de dispositivos electrónicos de uso cotidiano.
Una gran parte del ecosistema manufacturero norteamericano funciona como una cadena integrada: piezas producidas en Monterrey pueden viajar a Michigan, luego a Ontario y después regresar a una planta estadounidense para dar forma a un producto final. La eficiencia de este modelo se basa en el libre tránsito de mercancías sin aranceles que encarezcan la producción.
Según diversas asociaciones del sector, la finalización del T-MEC podría generar un aumento en los costos operativos, lo cual afectaría de manera directa a los consumidores. Se calcula que, sin este acuerdo, los precios de los automóviles nuevos podrían elevarse acumulativamente a lo largo de toda la cadena de producción. Incluso los vehículos producidos en Estados Unidos incluyen numerosos componentes provenientes de México y Canadá, lo que implica que prácticamente ningún fabricante estaría libre de la presión inflacionaria.
La industria electrónica también resultaría severamente afectada. La fabricación de teléfonos inteligentes, tabletas, pantallas, computadoras y dispositivos médicos depende de insumos que cruzan la frontera en múltiples puntos. El encarecimiento de esos insumos generaría retrasos, menor disponibilidad de productos y precios significativamente más altos en tiendas y plataformas de comercio electrónico.
Representantes del sector han señalado que la eliminación del T-MEC desmantelaría un ecosistema industrial desarrollado durante décadas, obligando a las empresas a rediseñar cadenas de suministro enteras y a asumir mayores costos logísticos y fiscales.
Un escenario incierto con potenciales repercusiones económicas intensificadas
Si Estados Unidos opta por retirarse del acuerdo, se iniciaría un periodo de negociaciones que podrían ser tensas y potencialmente extensas con México y Canadá. Las tarifas nuevas podrían imitar el patrón experimentado con otras naciones, donde las tasas arancelarias han alcanzado incluso más del 100 %. En el caso de China, por ejemplo, ciertos productos han enfrentado tarifas tan elevadas como el 145 %.
Una política comparable implementada en México y Canadá impactaría de inmediato en el costo de vida en Estados Unidos. Los alimentos, el transporte, los artículos de higiene, los electrodomésticos y la tecnología experimentarían efectos casi simultáneamente. Asimismo, la disminución de la competitividad de las empresas estadounidenses podría complicar su habilidad para sostener precios estables y salvaguardar los salarios de los empleados.
El impacto también se sentiría en la economía mexicana y canadiense, que dependen en gran medida de su comercio con Estados Unidos. Un quiebre del acuerdo podría generar tensiones diplomáticas en un momento en que los tres países buscan fortalecer su cooperación regional en materia de seguridad, migración, energía y competitividad global.
El futuro del T-MEC: entre la renegociación y el riesgo de ruptura
Aunque el presidente Trump ha dejado abierta la posibilidad de negociar un nuevo tratado, expertos en comercio internacional indican que la incertidumbre por sí sola ya impacta a empresas y mercados. La falta de claridad sobre el marco comercial futuro obliga a las industrias a prepararse para diversos escenarios: desde el mantenimiento del acuerdo actual hasta la imposición de aranceles generalizados.
México y Canadá han expresado su deseo de mantener el tratado y reforzarlo, destacando que el T-MEC favorece a las tres naciones al fomentar inversiones, promover la integración en la manufactura y garantizar precios competitivos. Líderes regionales han subrayado que la colaboración económica trilateral es crucial para conservar la competitividad frente a otros bloques comerciales globales.
No obstante, la resolución definitiva estará en manos de la administración estadounidense y de cómo valore sus prioridades internas. La revisión prevista para julio será un momento crucial que decidirá si el acuerdo sigue adelante, se modifica o concluye.
Un punto de inflexión para la economía norteamericana
Aunque los aranceles actuales no han generado la inflación masiva predicha por algunos analistas, esto se debe en gran parte a que México y Canadá han podido mantener su acceso preferencial al mercado estadounidense bajo el tratado vigente. Si ese paraguas desaparece, los consumidores enfrentarán precios más altos y las industrias vivirán una reconfiguración profunda de sus cadenas de suministro.
La situación incierta actual resalta que el T-MEC es esencial para el comercio en América del Norte y un elemento crucial para mitigar las presiones inflacionarias. Su permanencia o eliminación afectará directamente a millones de familias y negocios, determinando el futuro económico de la región en los años venideros.
