Nuestro sitio web utiliza cookies para mejorar y personalizar su experiencia y para mostrar anuncios (si los hay). Nuestro sitio web también puede incluir cookies de terceros como Google Adsense, Google Analytics, Youtube. Al usar el sitio web, usted consiente el uso de cookies. Hemos actualizado nuestra Política de Privacidad. Por favor, haga clic en el botón para consultar nuestra Política de Privacidad.

Mayo muestra un agravamiento del déficit fiscal y surgen más alarmas

https://media.ambito.com/p/d5886ec82c73d48655ca8bb2adf2c73f/adjuntos/351/imagenes/040/591/0040591154/1200x675/smart/mefjpg.jpg

El desequilibrio fiscal empeoró nuevamente en mayo, alcanzando un 3,5% del Producto Interno Bruto (PIB) en el balance del Gobierno Central y el Banco de Previsión Social (GC-BPS) durante los últimos doce meses cerrados. Esta cifra indica un deterioro de 0,4 puntos porcentuales respecto al período móvil anterior, y vuelve a alertar a los responsables económicos en un momento crucial para la planificación del nuevo presupuesto gubernamental. Este nuevo dato se enmarca en una tendencia preocupante para el liderazgo económico, ya que restringe el margen de acción para diseñar el próximo Presupuesto Nacional. Con una economía que presenta signos de estancamiento en algunos ámbitos y una presión creciente de actores sociales y políticos que demandan más recursos, el incremento del déficit fiscal pone de relieve las dificultades para equilibrar la disciplina fiscal con las exigencias sociales. Según el informe oficial, la caída del resultado fiscal se debe principalmente a una disminución de los ingresos corrientes tanto del Gobierno Central como del Banco de Previsión Social. En conjunto, los ingresos se situaron en el 27,1% del PIB, un descenso de 0,2 puntos porcentuales respecto al período anterior. Esta reducción se explica por un descenso del 0,1% del PIB en la recaudación del Gobierno Central y una caída de igual magnitud en los ingresos del sistema de previsión. Aunque la recaudación de la Dirección General Impositiva (DGI) mostró una leve mejora del 0,1% del PIB, este aumento no consiguió compensar la caída total. La estructura de ingresos sigue mostrando debilidades, especialmente ante la falta de dinamismo en ciertos sectores de la economía que afectan directamente la recaudación fiscal. Al mismo tiempo, los gastos primarios del GC-BPS subieron, alcanzando un 28,2% del PIB, lo que representa un aumento de 0,2 puntos porcentuales. Este crecimiento se explica por un mayor nivel de transferencias tanto del Banco de Previsión Social como del Gobierno Central, y por un alza en el gasto en inversiones de este último. Estos gastos, aunque responden a políticas públicas y compromisos sociales, contribuyen a ampliar la brecha fiscal. En cuanto el pago de intereses de la deuda, estos se mantuvieron estables en un 2,5% del PIB, sin cambios con respecto al mes anterior. Este factor no incidió en el deterioro del resultado fiscal, aunque sigue representando una carga significativa para las finanzas públicas. Por otro lado, el resultado del Banco Central del Uruguay (BCU) mostró una leve mejora, pasando a -0,9% del PIB, gracias a una reducción en el pago de intereses. No obstante, el resultado global del Sector Público consolidado (que incluye todos los organismos del Estado) se ubicó en -3,8% del PIB, marcando un deterioro de 0,1 puntos porcentuales en comparación con el dato de abril. El escenario fiscal desafía directamente los objetivos del gobierno, que había manifestado su intención de controlar el déficit como parte de una estrategia de estabilidad macroeconómica. Sin embargo, las restricciones presupuestarias, sumadas a las demandas sociales y las expectativas puestas en el nuevo ciclo de gestión, dificultan el cumplimiento de esta meta sin recurrir a ajustes o reformas estructurales. Este contexto vuelve a encender las alarmas en torno a la sostenibilidad de las finanzas públicas. La postergación de decisiones clave, como la reforma de algunas cajas previsionales —entre ellas la de profesionales— también podría tener un impacto negativo en los próximos meses, incrementando las tensiones fiscales. La situación obliga al equipo económico a revisar proyecciones y evaluar posibles correcciones en la planificación financiera. Con la Rendición de Cuentas en el horizonte cercano y un escenario regional complejo, las cifras de mayo marcan un punto de inflexión en la estrategia fiscal del gobierno, que deberá decidir entre mantener el rumbo o ajustar el rumbo.

El reciente dato se alinea con una tendencia que preocupa a la gestión económica, debido a que restringe el margen para elaborar el siguiente Presupuesto Nacional. Con una economía que comienza a mostrar indicios de estancamiento en ciertas áreas y una presión creciente de grupos sociales y políticos que exigen más recursos, el incremento del déficit fiscal destaca las complicaciones para lograr un equilibrio entre la disciplina fiscal y las demandas sociales.

De acuerdo al informe oficial, la caída del resultado fiscal se debe, principalmente, a una reducción de los ingresos corrientes tanto del Gobierno Central como del Banco de Previsión Social. En conjunto, los ingresos se situaron en el 27,1% del PBI, un retroceso de 0,2 puntos porcentuales respecto del período anterior. Esta baja se explica por un descenso del 0,1% del PBI en la recaudación del Gobierno Central y una disminución de igual magnitud en los ingresos del sistema previsional.

Si bien la recaudación de la Dirección General Impositiva (DGI) registró una leve mejora del 0,1% del PBI, este incremento no logró compensar la caída global. La estructura de ingresos sigue mostrando fragilidades, sobre todo ante la falta de dinamismo en ciertos sectores de la economía que impactan directamente en la recaudación tributaria.

En paralelo, los egresos primarios del GC-BPS aumentaron y se ubicaron en 28,2% del PBI, lo que representa un incremento de 0,2 puntos porcentuales. Este crecimiento se explica por un mayor nivel de transferencias tanto del Banco de Previsión Social como del Gobierno Central, y por un aumento en el gasto de inversiones de este último. Estos gastos, si bien responden a políticas públicas y compromisos sociales, contribuyen a ampliar la brecha fiscal.

En lo que refiere al pago de intereses de deuda, estos se mantuvieron estables en 2,5% del PBI, sin variaciones respecto al mes anterior. Este factor no influyó en el deterioro del resultado fiscal, aunque sí continúa representando una carga significativa para las cuentas públicas.

Por otro lado, el resultado del Banco Central del Uruguay (BCU) mostró una leve mejora, pasando a -0,9% del PBI, gracias a una reducción en el pago de intereses. Sin embargo, el resultado global del Sector Público consolidado (que incluye todos los organismos del Estado) se ubicó en -3,8% del PBI, marcando un deterioro de 0,1 puntos porcentuales en comparación con el dato de abril.

El escenario fiscal desafía directamente los objetivos del gobierno, que había manifestado su intención de mantener el control del déficit como parte de una estrategia de estabilidad macroeconómica. Sin embargo, las restricciones presupuestarias, sumadas a las urgencias sociales y a las expectativas depositadas en el nuevo ciclo de gestión, dificultan el cumplimiento de esta meta sin recurrir a ajustes o reformas estructurales.

Este contexto vuelve a encender las alarmas en torno a la sostenibilidad de las finanzas públicas. La postergación de decisiones clave, como la reforma de algunas cajas previsionales —entre ellas la de profesionales— también podría tener un impacto negativo en los próximos meses, aumentando las tensiones fiscales.

La situación obliga al equipo económico a revisar proyecciones y evaluar posibles correcciones en la planificación financiera. Con la Rendición de Cuentas en el horizonte cercano y un escenario regional complejo, las cifras de mayo marcan un punto de inflexión en la estrategia fiscal del gobierno, que deberá decidir entre mantener el rumbo o ajustar el timón.